Se
denomina sarcopenia a la pérdida de fibras y células musculares del tipo II que
ocurre a medida que nuestro organismo avanza en el tiempo. En efecto, desde los
30 años comenzamos a perder fibras y células musculares estriadas que son las
que sustentan y dan fuerza a la masa
muscular de nuestras extremidades, siendo que a los 80 años puede haber una
pérdida de hasta 50% de masa muscular, afectando la fuerza muscular y
consecuentemente nuestras funciones de
la vida diaria como son el caminar y
subir escaleras, por ejemplo… Este fenómeno les ocurre a todas las personas,
pero su intensidad será mayor o menor de acuerdo a la existencia de factores de
riesgo entre los que debemos mencionar en primer lugar los que no pueden ser
modificados: la edad, el sexo femenino, la presencia de enfermedades crónicas
como la diabetes mellitus, las enfermedades de la glándula tiroides y las enfermedades neurodegenerativas, como
la demencia. En segundo lugar tenemos
los factores de riesgo que si pueden
modificarse: el hábito sedentario, la obesidad, las dietas restrictivas con
falta de proteínas y el alcoholismo. Es interesante mencionar que especialmente
en las mujeres, existe una cierta proporcionalidad entre osteopenia y
sarcopenia, por lo que probablemente quien sufre de osteoporosis también tiene
algún grado mayor o menor de pérdida
muscular, lo que eventualmente favorece las caídas y consiguientes fracturas
osteoporóticas.
¿Cuál
es el impacto de la sarcopenia?
La sarcopenia es uno de los principales factores para el llamado Síndrome de Fragilidad del anciano, en el que ocurre pérdida de peso, pérdida de vigor y pérdida de fuerza muscular, propiciando la tendencia a las caídas y a la discapacidad. El síndrome de Fragilidad termina por afectar seriamente la independencia funcional del que lo padece, disminuyendo su calidad de vida y aumentando el riesgo de muerte.
La sarcopenia es uno de los principales factores para el llamado Síndrome de Fragilidad del anciano, en el que ocurre pérdida de peso, pérdida de vigor y pérdida de fuerza muscular, propiciando la tendencia a las caídas y a la discapacidad. El síndrome de Fragilidad termina por afectar seriamente la independencia funcional del que lo padece, disminuyendo su calidad de vida y aumentando el riesgo de muerte.
La
sarcopenia se diagnostica a través de un examen llamado Absorciometría por
Rayos X de Doble Energía (DEXA), que se realiza con un densitómetro en centros
especializados. También puede diagnosticarse a través de otros estudios más
sofisticados como la tomografía axial computarizada o la impedancia
bioeléctrica, pero en la práctica, los médicos geriatras, que son los que mejor
conocen esta condición, la diagnostican a través de pruebas del desempeño de la
función motora y algunas medidas antropométricas.
Una
vez diagnosticada, la sarcopenia debe ser prevenida y tratada con ejercicios
especiales, que son los llamados isométricos, contra resistencia. Los más
conocidos son los ejercicios con pesas con peso progresivo, tanto para
extremidades superiores como inferiores, pero también pueden ser ejercicios
isométricos de valor subir escaleras, ejercicios con bandas elásticas o
bicicleta estática. Junto con los ejercicios hay que favorecer también estilos
de vida saludables; evitar el tabaco, moderar el consumo de alcohol, mantener
una dieta con un aporte normal y diario de proteínas, tanto de origen animal
como vegetal. Enfermedades crónicas como la diabetes y las tireoideopatías deben
ser controladas por el médico de cabecera y los obesos deberán recibir una
intervención nutricional de acuerdo a su edad y factores de riesgo propios.
La
sarcopenia es una condición degenerativa que debe ser mejor conocida y
divulgada para prevenirla y tratarla especialmente entre los mayores de 65 años
para mantener la fuerza muscular y evitar las caídas en la vejez.
Escrito
por:
Dr. Luis M.
Cornejo A.
Médico
especialista en geriatría y Gerontología
Profesor de
Geriatría, Departamento de Medicina Interna, Facultad de Medicina, Universidad
de Panamá.
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